Por Jesús Ascencio
Socio de Global Practice México, a cargo de la práctica de Consultoría en Auditoría Interna, Institucionalización de Empresas Familiares, Gobierno Corporativo y Administración de Riesgos de Negocios.
En México 33% de los emprendedores tienen entre 25 y 34 años; 1 de cada 3 desean emprender, pero no lo hacen por miedo al fracaso, y 3 de cada 10 emprendedores iniciaron su negocio por necesidad, el resto por buscar un mejor estilo de vida. El 66% de los emprendedores en México venden menos de 500 mil pesos al año, el 89% arrancaron su negocio con dinero de su familia y sólo el 3% recibieron alguna inversión formal; por desgracia, el 75% de las empresas cierran antes de los 2 años de haber sido creadas.
Hace algunas semanas fui invitado a dar una charla a una Universidad con el mismo tema de este artículo; ¿por qué los emprendimientos fracasan? Y al final de la conferencia recibí el siguiente comentario: “Quiero decirle que soy un emprendedor que lleva 3 emprendimientos fracasados, y que no quiero intentar el 4to por miedo, miedo a perder tiempo, miedo a perder dinero, miedo a que vuelva a fracasar y sobre todo miedo a convertirme en alguien incapaz de lograr un emprendimiento exitoso, sin embargo, después de esta charla que nos diste, tengo menos miedo, y estoy listo para mi cuarto intento” Este comentario me hizo darme cuenta que en ocasiones, pequeñas recomendaciones y guías sobre las mejores prácticas para emprender, pueden llegar a ser muy valiosas para los emprendedores, motivo por el cual comparto con ustedes los puntos más importantes que, desde mi experiencia, hay que cuidar en los emprendimientos.
A continuación, menciono las 5 mejores prácticas más importantes a tomar en cuenta para evitar que tu emprendimiento no fracase:
1. No tener propuesta de valor
Es muy importante saber “qué te hace diferente” y “qué aportas a las personas”, vender sólo por vender está bien, pero no es suficiente, se necesita tener u ofrecer ese algo que te hace único.
2. No tener una dirección estratégica
Muchas de las organizaciones caminan por inercia, se dejan llevar por la operación diaria y concentran el 100% de sus esfuerzos en gestionar su operación y resolver problemas, sin dejar tiempo a diseñar un plan estratégico. Resulta fundamental tener claro las metas de la organización, y cómo las vamos a lograr, documentar estos puntos, tener indicadores y revisarlos de forma sistemática para ir ajustando y con esto ir cumpliendo los objetivos estratégicos planteados.
3. No implementar una administración de riesgos y control adecuados
Igual de importante que la definición de objetivos, es la identificación de los riesgos que pueden impedir el cumplimiento de dichos objetivos. Se tiene que hacer un trabajo de identificación, en todos los procesos de negocio, de los riesgos con mayor probabilidad de que ocurran y que tendrán un impacto más significativo en la organización. Esta identificación nos ayudará a reaccionar ante los riesgos para evitarlos, disminuirlos, transferirlos o aceptarlos.
4. No tener en cuenta la propiedad y gobierno
Se trata de definir desde un inicio, cómo vamos a controlar y gobernar la empresa, establecer reglas claras entre accionistas, decidir si las personas con las que estamos iniciando la empresa son nuestros socios adecuados, y dejar las reglas establecidas para evitar futuros conflictos. La implementación temprana de las bases de un Gobierno corporativo son la clave de la trascendencia.
5. No aplicar procesos de mejora continua
Por último, debemos estructurar la empresa para su crecimiento, documentar políticas y procedimientos y alinearlos a principios de mejora continua, para tener claridad sobre el cómo gestionar el negocio y cuando nos llegue el crecimiento, “crecer sin desbordarnos”
Es posible que al intentar iniciar un negocio cometan uno o más de estos errores, puedes lanzarte a emprender sin idea de lo que haces y está bien, pero lo mejor es tener un plan de acción y empezar, siempre teniendo en cuenta que puedes cometer errores, pero puedes evitar los más comunes y aprender de ellos. Muchas personas piensan que, al emprender un negocio, lo importante es hacer dinero, mucho dinero, y no podrían estar más equivocadas, crear un negocio se trata de tener un sentido, un propósito, no sólo acumular capital; eso vendrá después.
Como un extra, que consideró les puede ser de utilidad, les quiero compartir una serie de rasgos comunes que identifico en los emprendedores exitosos con los que he tenido el gusto de hacer sinergia:
Son muy persistentes, difícilmente se dan por vencidos.
Aprenden de sus errores, los entienden como parte del proceso de crecimiento y mejora.
Se adaptan muy fácilmente a los cambios y reaccionan con rapidez a las adversidades.
Son apasionados por lo que hacen.
Tienen cierto grado de locura.
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