Socio de Global Practice México, a cargo de la práctica de Consultoría en Institucionalización de Empresas Familiares y Gobierno Corporativo.
El ciclo natural de nuestras empresas y sus productos es nacimiento o introducción, crecimiento, madurez o consolidación y su inminente declive. Para hacer frente a este proceso y mantenernos en las fases de crecimiento y consolidación, es necesario modernizarnos, gestionar la innovación, desarrollar nuevos productos y servicios y, en un nivel más avanzado, diversificarnos.
La propuesta del padre de la administración, Henri Fayol, hoy más que nunca cobra vigencia. Este teórico francés argumentó que el proceso administrativo se fundamenta en la planeación, la organización, la integración, la dirección y el control. Una visión aplicable a todas nuestras empresas, actividades o proyectos. El problema radica en que, muchas veces, la creación de nuestras empresas o el lanzamiento de nuestros proyectos o productos no sigue este proceso. En muchas ocasiones se ejecuta bajo el popular refrán: “Tú échale a la carreta, en el camino acomodamos”.
Estoy convencido de que esa es una manera práctica de emprender y que además está alineada con el ADN del emprendedor, quien, partiendo de una idea, va adaptando sobre la marcha su proyecto a las circunstancias o necesidades del mercado. Sin embargo, con esta lógica de operación tenemos un grave problema en nuestras empresas: en ese afán de subsistir no existe conciencia de en qué momento se pasa de la etapa de introducción a las de crecimiento y consolidación, y no prevemos la necesidad fundamental de contar con un equipo de trabajo calificado que soporte esas fases del desarrollo de la compañía.
En muchos casos, los empresarios privilegian la lealtad de sus colaboradores por encima de las competencias profesionales, bajo la premisa de que las competencias se desarrollan y los valores no.
En nuestra experiencia hemos encontrado grandes empresas hechas a pulso por sus fundadores y sostenidas por su ingenio y trabajo incansables, apoyados con colaboradores que, sin embargo, no tienen las competencias técnicas requeridas para sus posiciones. Se encuentran empoderados por la lealtad y fidelidad con los accionistas, pero lamentablemente su falta de conocimiento especializado representa el principal obstáculo para la modernización o crecimiento ordenado de la empresa.
En Global Practice México apoyamos a las organizaciones en este gran desafío:
Desarrollar estrategias que maximicen el talento a través de la atracción, compensación, retención y desarrollo de personal leal y capacitado, como el activo más importante con el que cuentan para lograr su crecimiento y consolidación.
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