Socio consultor en Institucionalización de Empresas Familiares, Gobierno Corporativo y Administración de Riesgos de Negocios en Global Practice International, S.C. También es miembro del Instituto Mexicano de Contadores Públicos.
El sector agroalimentario mexicano ocupa el décimo lugar como productor de alimentos a nivel mundial y estamos, además, dentro de los cinco principales productores mundiales de frutas y hortalizas, según el Consejo Nacional Agropecuario.
Esto nos confirma el potencial de crecimiento y la existencia de retos inherentes que no podemos dejar a un lado. Para ello, se requiere de un constante esfuerzo en la profesionalización de las empresas, una mayor inversión en investigación y desarrollo tecnológico que permita más eficiencia en los procesos productivos; así como una adecuada gestión de riesgos (estratégicos, operativos, de reporte y cumplimiento).
Entonces, ¿cómo podemos profesionalizar y gestionar adecuadamente los riesgos en este sector? Primero, el gobierno establece el tono de la organización, con responsabilidades de supervisión para la gestión de riesgos empresariales. Segundo, debemos asegurar que la Dirección General tenga claridad en la gestión de dichos riesgos, así como la estrategia y los objetivos establecidos en su proceso de planeación. Tercero, identificar, evaluar y responder a los riesgos, los cuales deberán ser priorizados por severidad y en el contexto del apetito al riesgo de la organización.
Integrar la gestión de riesgos empresariales en la empresa ayuda a:
Potenciar las oportunidades de negocio.
Identificar y administrar riesgos a nivel entidad.
Incrementar resultados positivos y reducir sorpresas negativas (nivel de producción, rentabilidad, mercado, dumping, atracción y retención de talento, calidad, efectos climatológicos, enfermedades, incumplimiento regulatorio, cultura, etc.).
Reducir la volatilidad en el desempeño, minimizando la disrupción y maximizando oportunidades.
Mejorar la administración de recursos.
Fortalecer la resiliencia empresarial.
Por supuesto que es un camino largo, pero el desafío vale la pena. Cada vez son más las empresas que han optado por establecer mecanismos de supervisión y monitoreo profesional, estableciendo la función de auditoría interna integral basada en riesgos; lo que les permite identificar, evaluar y responder a los riesgos más críticos de una manera ágil y efectiva.
Esto no es una tarea sencilla, considerando la alineación cultural y el grado de exigencia al que están sujetas las compañías del sector, reguladas por múltiples certificaciones en términos de inocuidad y calidad para poder satisfacer los requerimientos establecidos por los países donde son comercializados sus productos.
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